Cuando se producen episodios de revuelta y violencia en los centros de acogida para inmigrantes, la reacción inmediata de muchos de nosotros puede resumirse con la siguiente frase: "les acogemos, les ofrecemos una cama y mira lo que hacen". Lo que solo unos pocos piensan es que puede que haya un motivo.
Por desgracia, los motivos son más de uno. Ya hemos hablado de la situación de los CIEs, instituciones inhumanas y muy poco efectivas. Pero los CIEs no son los únicos lugares donde la gente vive en condiciones inconcebibles. De hecho, hay muchos otros centros subcontratados a cooperativas u organizaciones privadas que no funcionan bien. Con frecuencia, acogen a más personas de las que deberían y cientos de inmigrantes se ven obligados a dormir en una sola habitación, a veces falta comida, servicios (como el agua corriente) y ropa. Por supuesto, la gente se queja. Se queja, pero no es escuchada.
Cona, Vicenza y Verona
El público general no empezó a interesarse en las condiciones de vida de los inmigrantes hasta el episodio de Cona, en el que una mujer falleció en uno de estos centros, desencadenando una revuelta general. En Vicenza, algunos solicitantes de asilo protestaron pacíficamente frente a una comisaría de policía y lograron reunirse con el subcomisario para informarle de sus condiciones de vida. En Verona, la calidad de la comida llevó a una revuelta en un albergue que duró hasta la tarde del día siguiente.
En todos estos casos, las fuerzas de policía fueron capaces de restaurar el orden sin recurrir a la fuerza, lo cual es muy loable.
Grandes números frente a acogida amplia
Retomando la idea de Oliviero Forti, responsable de inmigración en Cáritas, la mejor manera de acoger inmigrantes no es en grandes campamentos, sino en instalaciones más pequeñas, para poder ofrecerles un lugar donde sus vidas puedan acercarse a la "normalidad".
Esperamos que se siga este camino, recordando que tienen que existir todas las garantías para evitar abusos y que no se volverá a la idea de abrir nuevos CIEs.