Tecnología y Derechos

Trastorno paranoide gubernamental: ¿una nueva epidemia global?

El trastorno paranoide gubernamental (PGD por sus siglas en inglés) es un trastorno mental colectivo caracterizado por la paranoia estatal y un recelo persistente y duradero y desconfianza generalizada hacia la sociedad civil.

by Peter Sarosi

Péter Sárosi es el ex director del programa de drogas de la Hungarian Civil Liberties Union [Unión Húngara por las Libertades Civiles], y actualmente director de Rights Reporter Foundation en Budapest.


Los gobiernos con este trastorno organizativo, frecuentemente se relacionan con el mundo mediante la vigilancia atenta de la sociedad civil en busca de pistas o sugerencias que validen sus miedos o sesgos. Los gobiernos paranoicos ansían expandir el control y la vigilancia y reducir los derechos individuales. Piensan que están en peligro y buscan señales y amenazas de este, sin en principio fijarse en otras pruebas.

Los gobiernos que sufren de PGD tienden a crear imágenes enemigas, es decir, percepciones negativas de individuos, grupos de individuos y/u otros gobiernos basados en delirios paranoicos. Tienen tendencia a distorsionar la realidad y a malinterpretar acciones neutras o amistosas de estos grupos como si fueran hostiles o despectivas.

La literatura científica describe dos tipos de imágenes enemigas: la interna (percibida como que opera dentro de la sociedad) y la externa (percibida como que opera fuera de la sociedad). Un delirio común entre los gobiernos con PGD consiste en creer que los grupos o individuos identificados como el enemigo interno son agentes extranjeros del enemigo externo.

Causas

Existe un posible vínculo entre las crisis económicas y este trastorno organizativo, pero la causalidad no está probada. Las teorías políticas contemplan la proyección de la frustración respecto a la creciente impopularidad y el miedo a la pérdida de poder. Las sociedades con una sociedad civil frágil instituciones democráticas inestables, una desigualdad significativa y corrupción sistémica están en mayor riesgo de desarrollar un gobierno con PGD

Diagnóstico

Se puede diagnosticar DGP a un gobierno si detectamos por lo menos tres de los siguientes síntomas:

  1. Control y vigilancia gubernamentales excesivos.
  2. Tendencia a restringir los derechos y libertades individuales y aprobar leyes que restringen la libertad de las ONG para recaudar fondos en el extranjero.
  3. Tendencia a identificar el desacuerdo con la alta traición.
  4. Sospechas recurrentes injustificadas respecto al patriotismo de las minorías vulnerables y/o colectivos de sociedad civil.
  5. Tendencia a otorgar excesiva importancia al Estado (nación), que se manifiesta en una actitud persistente autoreferencialidad nacional y estatal.
  6. Tendencia a recurrir a la clase media frustrada para explotar sus miedos y ansiedades.
  7. Obsesión con teorías conspiratorias infundadas sobre los enemigos internos y externos.

Prevención

La prevención requiere intervenciones tempranas, como la lucha contra la corrupción, el aumento de la rendición de cuentas y la transparencia del gobierno, el fortalecimiento de las instituciones independientes, la garantía de la libertad de prensa, la reducción de la desigualdad social y la inversión en educación pública.

Epidemología

La PGD es una pandemia mundial. La prevalencia de PDG alcanzó su punto álgido en los años treinta y luego se redujo. Sin embargo, se ha registrado un aumento constante tras la crisis financiera mundial de 2008. En los últimos años, veinte gobiernos han planificado o aprobado leyes que restringen la libertad de las ONG. Algunos de estos son regímenes autoritarios, otros fueron elegidos democráticamente. Muchos epidemiólogos creían que las democracias fuertes y bien desarrolladas, como Estados Unidos, eran inmunes a esta enfermedad, pero nuevos estudios trumpológicos han puesto en cuestión esta visión.

Tratamiento

Existen importantes desafíos a la hora de tratar a los gobiernos que sufren PGD severo, debido a que los tratamientos pueden desencadenar reacciones agresivas, como campañas de difamación y sanciones administrativas y/o penales. Por lo general, el cambio puede ser resultado de la acción de la propia sociedad, a través de movimientos de derechos civiles, elecciones parlamentarias o, en casos graves, de revolución.

Según estudios realizados en Oriente Próximo, las intervenciones militares directas para derrocar a gobiernos que sufren de PGD pueden tener consecuencias devastadoras para la salud de la población. Sin embargo, el apoyo político internacional y una financiación sostenible de la sociedad civil puede desempeñar un papel importante cuando un gobierno no prohíbe tales medidas.

Se requiere la acción urgente de la comunidad internacional para combatir esta pandemia mundial. Acabar con la PGD es posible, y es una responsabilidad conjunta de la sociedad civil y del gobierno.

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