Tecnología y Derechos

Un tour por Halden, la cárcel más humana del mundo

La cárcel de Halden en Noruega es un modelo de cómo debería funcionar una prisión: los presos viven a veces en mejores condiciones que si estuvieran libres.

by Dollores Benezic
The entrance to Halden Prison in Norway.

Para ver cómo funciona la cárcel, representantes de la Asociación por la Defensa de los Derechos Humanos en Rumanía- Comité Helsinki hicieron un tour de la cárcel de Halden en Noruega, donde los presos disfrutan de muchas libertades de la vida cotidiana, aunque no la propia libertad.

Comenzamos nuestra visita de la cárcel de Halden con un desayuno "estilo carcelario" en la sala de conferencias junto al director y el guardia más antiguo: tortilla de verdura y jamón, ensalada, zumo de naranja y café.

Los presos comen lo mismo. No es como en Rumania, donde se saca algo de un caldero. Reciben comidas precocinadas, que solo tienen que calentar en las cocinas disponibles en cada sección de la prisión. Hay un salón por cada 10-12 celdas, y parece un salón de una casa normal y corriente. Si no les gusta la comida que se les da, pueden comprar otros productos en la tienda de la cárcel, que parece un supermercado normal, con una amplia gama de productos.

Construida desde otro punto de vista

Halden no es una cárcel típica. Ni siquiera para Noruega. Todo el mundo nos lo recuerda. Es cierto que vimos la misma calidad de instalaciones en la cárcel de mujeres de Bredtveit, que visitamos un día antes. Sin embargo, Halden se contruyó desde un planteamiento distinto.

En 30 hectáreas en un pequeño y elegante pueblo entre los fiordos del sur de Noruega donde la gente va a Suecia en barco para hacer la compra porque es más barato, un puñado de arquitectos daneses unieron su talento para concebir esta obra. Construyeron algo que, si no fuera por el muro que lo rodea, no sería una cárcel en absoluto. Podría ser un hospital, una escuela o cualquier otro edificio público. Hecho de madera, vidrio, acero y piedra. Las ventanas no tienen barrotes, no hay torres de vigilancia ni alambre de púas y no hay vallas eléctricas. Tampoco hay cámaras; ni en los pasillos, ni en las habitaciones, ni en las aulas o los talleres. Los guardias no llevan armas.

Como señalaba un ex director, uno no puede ser más libre que eso; sólo si se les dieran las llaves de sus celdas.

Utilizan un concepto de seguridad innovador conocido como "seguridad dinámica": los guardias se mezclan con los prisioneros y, al estar permanentemente allí, logran prevenir conflictos posibles discutiendo in situ los problemas con los presos. Hay 258 presos, lo que hace de Halden la segunda cárcel más grande de Noruega por número de presos, y tiene 290 empleados.

Castigo moderado

El concepto que aplican ahí, se aplica en toda Noruega: la vida en la cárcel no debe ser distinta de la vida fuera de ella; la única diferencia es la falta de libertad de movimiento. El castigo no debe ir más allá de lo que necesita el preso para recibir ayuda; los presos están preparados para su libertad desde el primer día de cárcel.

En Rumania, lo primero que deben hacer los presos al entrar en el sistema penitenciario es asistir a un curso llamado "Preparación para la vida en prisión". Se requieren otras cosas también, pero sólo después de eso.

Are Høidal, el director de Halden, dice que su objetivo es hacer que "los presos trabajen, paguen impuestos, tengan una familia y motivación". Por eso, desde su primer día en la cárcel, los presos reciben ayuda para encontrar, a través de asesoramiento, su motivación. No todos la encuentran. Halden es una cárcel de máxima seguridad, donde hay asesinos, violadores, personas con enfermedades mentales, consumidores de drogas y pequeños delincuentes.

En las noticias, pero con un precio

Halden se enorgullece de ser la mejor cárcel del mundo, donde todos los internos querrían ser encarcelados, y solo el 20% de ellos reincide- un porcentaje mucho menor que la media noruega en décadas anteriores y muy por debajo de las tasas actuales en Rumania y otros países.

El porcentaje de recaída, sin embargo, es un concepto discutible, pues, para que sea correcto, debe medirse tras cinco años desde su salida de la cárcel. También hay que tener en cuenta que algunos de los delincuentes son ciudadanos extranjeros; estos constituyen un tercio del total de presos en Noruega y no se incluyen en el porcentaje porque la mayoría son expulsados de regreso a su país de origen tras su liberación.

Como admite Are Høidal, ese 20% es solo mide un período de 2 años tras su puesta en libertady solo contabiliza a los ciudadanos de países nórdicos.

Halden ya es famosa por lo sucede allí. Michael Madsen y Michael Moore han hecho documentales sobre ella; ha sido cubierta por la prensa internacional; los guardias, en su inauguración, hicieron un video en el que cantaron "We are the world"; cada semana acuden delegaciones de todo tipo a conocer su secreto.

El secreto está, por supuesto, en la actitud hacia los presos; pero también en el dinero. Se inauguró en 2010 y costó 250 millones de dólares, un precio que según admite Høidal, hoy sería el doble. No todos los países pueden permitirse ofrecer tales condiciones a sus reclusos. A la vez, no todas las sociedades están dispuestas a tratar a sus reclusos de una manera tan humana..

Una pistola por cárcel

En la década de 1980, las cosas eran también muy diferentes en Noruega. Are Høidal comenzó a trabajar en el sistema penitenciario en 1983, y recuerda que, en ese entonces, muchos de los presos tenían problemas psiquiátricos, las cárceles estaban penetradas por los cárteles de la droga, había protestas de presos y también se escapaban, tres guardias fueron asesinados y la tasa de recaída era del 70% - como en Rumanía a día de hoy.

 Are Høidal, el director de la cárcel lleva trabajando en el sistema penitenciario noruega desde 1983.

Sin embargo, los guardias no llevan armas, ni ahora ni entonces. En caso de que hiciera falta, llamaban a la policía. El director afirma que incluso en los años 60, solo había una pistola por cárcel, guardada en un lugar seguro.

"Cuando entré en el sistema, me dijeron que no teníamos que hablar con los presos sobre sus problemas, nuestro deber solo era custodiarlos. La interacción de los guardias con los presos era mínima. Ahora, nuestros guardias trabajan y comen con ellos, hacen deporte y pasean juntos. Este es el concepto de seguridad dinámica. El guardia se ha convertido, más bien en un trabajador social", explica Are Høidal.

Por supuesto, a algunos no les gustó; tanto entre los presos como entre los guardias. Incluso hoy se hacen chistes sobre la gran cercanía entre estas dos categorías. En el comedor hay un mural enorme donde hay un guardia que está representado como un mosquito gigante. Dice que todos los que no soporten la vida junto a un guardia, deberían pensar cómo sería la vida en una tienda de campaña llena de mosquitos.

Es necesaria la implicación de toda la comunidad

El éxito de este concepto no es, sin embargo, únicamente el trabajo del sistema de justicia; toda la comunidad debe involucrarse. La Resolución (la Hoja Blanca) aprobada en 2008, según la cual el sistema de justicia tiene que centrarse en la normalidad y rehabilitar a los presos, fue apoyada y firmada por cinco i: Justicia, Educación, Cultura, Salud y por las autoridades locales.

Del mismo modo que a un niños le educa el pueblo entero, se necesita que toda la comunidad se implique para ayudar a un ex preso a ser un buen ciudadano de nuevo. En el sistema noruego, por ejemplo, los empleados como médicos, sacerdotes y maestros no trabajan exclusivamente en las cárceles; trabajan también en la comunidad, por lo que la comunidad se acaba acostumbrando a los delincuentes y estos se acostumbran a la comunidad.

En Rumania se firmó un documento similar para el sistema penitenciario; incluso se convirtió en ley a través de un decreto de emergencia en julio de 2015. Se llama la "Estrategia Nacional para la Reintegración Social de los Detenidos, Implementada a Nivel Nacional". La filosofía es, básicamente, que debe haber colaboración, y que todas las partes de la comunidad deben participar en la reinserción de los presos. Excepto que esta estrategia obviamente no funciona. Nadie sabe, por lo menos oficialmente, por qué.

Los presos están activos

En Halden, como en cualquier otra cárcel noruega, los presos no pueden pasar el rato simplemente en las habitaciones y frente a la televisión, aunque tienen todo lo que necesitan en sus celdas de 12 metros cuadrados. Están obligados a elegir entre trabajo o formación. Pueden apuntarse a varios cursos, desde cursos de creatividad hasta cursos escolares de de química, física y filosofía; también pueden optar por especializarse en uno de los siete cursos de formación profesional que se ofrecen, y sacarse un título. Estos incluyen carpintería, servicio de automóviles, mecánica y metalurgia, o aprender a tocar un instrumento en uno de los tres estudios de grabación de la cárcel

Cuando entramos en el estudio, dos presos vestidos como viejos rockeros estaban trabajando en uno de los temas para su primer álbum. Su grupo se llama Criminal Records y se rieron cuando les dijimos que no tenían pinta de presos. "Bueno, vamos a fingir que no lo somos" -respondió uno de ellos, que añadió que tenía que quedarse en la cárcel "por tres álbumes más".

"Sigue siendo una cárcel"

Como señala el director a cada rato, Halden sigue siendo una cárcel. Hay reclusos que se enfadan y a veces se les aisla. Pero incluso los espacios por donde dan paseos son diferentes. Tienen dibujos en las paredes y vistas al enorme jardín que rodea los edificios de la prisión. Un dibujo de un preso que tira la bola de la cadena que une sus piernas es una especie de icono de la cárcel. Está impreso en varios materiales promocionales hechos por los presos, en el estudio gráfico y se vende en la tienda de la Cruz Roja de la ciudad.

En el pasillo de la prisión, en el tablón de anuncios de la Oficina para la reinserción, hay un cartel en A3 que promociona una cárcel que los noruegos han alquilado en los Países Bajos. "Vacaciones en Holanda", bromea el director, al mismo tiempo que explica que los presos que pidan ser transferidos a Países Bajos deben saber algo de inglés. Esto resultó ser un problema para muchos de los detenidos extranjeros.

Are Høidal terminó la presentación de su "reino" sin haber dicho nada reprochable sobre la cárcel de Halden. Durante la visita hablamos con varios presos, incluso con un rumano. Todos la elogiaron, excepto un albanés que se quejó, susurrando que todo es una fachada administrada por el departamento de relaciones públicas que hace famosa a Halden, pero que la vida en la cárcel sigue siendo dura.

El director admitió que Halden sigue siendo una prisión, pero es lo mejor que puede ofrecer la sociedad a los delincuentes ahora, y que seguirá ahí durante los próximos cien años, si la humanidad no ha enocntrado todavía la forma de perdonar a quienes cometen errores.

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