En octubre tres presos escaparon de la cárcel de Rebibbia en Roma usando un sistema antiguo, casi romántico, para llevar a cabo su misión: cortaron los barrotes de sus celdas y bajaron usando unas sábanas. Desde la fuga, el régimen de la cárcel ha sido restringido y se han parado muchas actividades por razones de seguridad. Ahora la investigación se centra en las presuntas responsabilidades de los
guardias y administradores (directores incluidos) de la cárcel. Pero, ¿no deberíamos centrarnos también en la necesidad de un régimen penitenciario más humano y rehabilitador?