La política italiana está muy influenciada por el Vaticano, tanto, que parece que la Iglesia y el Estado no pueden separarse del todo en Italia, a pesar de que es un principio básico de la democracia. Tras la aprobación de la Ley de uniones civiles, el Papa Francisco afirmo: “Los funcionarios católicos deben tener la libertad de conciencia para discriminar a las personas homosexuales casadas”. Ha establecido el derecho a la objeción de conciencia para las personas que se nieguen a celebrar las uniones civiles, diciendo que se reconocerá como un derecho humano en diversas estructuras legales.