La peligrosa declaración del fiscal jefe de la Dirección Nacional Antimafia, sugiere que 500 jóvenes reclusos en Italia podrían convertirse en terroristas.
Franco Roberti, fiscal jefe de la Dirección Nacional Antimafia, recientemente concedió una entrevista al periódico La Repubblica. El artículo se tituló: "Reclutamiento en las cárceles, más de 500 jóvenes en riesgo de pasar a la yihad", un alegato que podría haber tenido consecuencias muy serias, sino lo hubiera rebatido rápidamente la coordinadora de Antigone, Susanna Marietti.
Tergiversación de los datos
Las estadísticas y las palabras tiene su importancia, especialmente cuando se trata de un tema tan delicado. De acuerdo a las últimas estadísticas del Ministerio de Justicia italiano, solo hay 449 personas encerradas en cárceles de menores en Italia. Entre ellas, solo 174 son menores de verdad, es decir, que tienen menos de 18 años. Sin estos datos no podemos estudiar correctamente la cuestión.
La declaración alarmista de Roberti genera miedos injustificados. Actualmente, de los 449 presos en cárceles de menores, 244 son italianos y 54 son ciudadanos de otros países europeos, 12 son serbios, 10 de las Américas y 4 son de Moldavia. Tan solo 117 son musulmanes.
Es decir, que hay 117 jóvenes musulmames y musulmanas y no existe razón alguna para creer que se encuentran "en grave riesgo de radicalización" más allá que cualquier otro preso. Al contrario de lo que dice el fiscal, en la cárcel no hay acceso a internet (excepto algunos casos muy excepcionales y bajo una vigilancia muy estricta), por lo que el canal más efectivo para la radicalización no está ni siquiera disponible en sus casos.
El alarmsimo es el camino que lleva al terror
Este tipo de declaraciones alarmistas suponen el verdadero peligro: una vez más, desgraciadamente resulta necesario recordar que definir las causas del terrorismo es mucho más complejo que contar el número de una generación de migrantes en un país.
No estamos diciendo que el riesgo de la radicalización no exista en las cárceles, pero sí es preciso señalar que etiquetar a los jóvenes reclusos como terroristas potenciales sin razón alguna, no ayuda en absoluto.
Para prevenir la radicalización de los presos, es necesario facilitar su reinserción y proteger sus derechos humanos, y clasificarles como una panda de terroristas potenciales obviamente no es nada conveniente.