Tecnología y Derechos

Cómo nombrar a un rinoceronte en tres días

Ponerle un nombre a una mascota, en este caso un rinoceronte, es un tema serio. Al igual que el auge del autoritarismo en Europa. Por suerte, tenemos justo lo que necesitamos: la Guía para sobrevivir al autoritarismo.

by LibertiesEU

Caminaba de un lado a otro. Se detuvo frente a la ventana y miró a la multitud que se había concentrado frente al edificio del parlamento. Otra protesta de payasos izquierdistas -pensó- reclamando trivialidades absurdas como los derechos fundamentales. La lluvia de la mañana había amainado y por un momento deseó que reanudara, mientras se imaginaba un diluvio que se llevara por delante a esos molestos bienhechores y sus reclamos de una prensa libre, tribunales independientes y todas esa sarta de tonterías.

Pero ese no era el asunto más urgente que rondaba la mente de Viktor el Magnífico.

Para Viktor el Magnífico, el valiente defensor de todos los húngaros que se parecen a él, la cuestión del día era un nombre. Un nombre para el pequeño rinoceronte que acababa de adoptar, tras una "petición especial" de un zoológico local. Para Viktor el Magnífico, era una petición que no podía rechazar. Es cierto que el rinoceronte no era albino, pero sí lo suficientemente pálido como para pasar por un verdadero rinoceronte húngaro. Y un rinoceronte húngaro merece la protección de Víctor el Magnífico. Y un nombre.

"Hagamos un referéndum", dijo Viktor el Magnífico, todavía mirando por la ventana.

Su asistente, Gergely, parecía sorprendido. "¿Sobre... el rinoceronte?"

"Sí, para ponerle un nombre a mi rinoceronte. Así la gente sentirá una conexión con él, como si también fuera su rinoceronte. Aunque no lo sea. Es mi rinoceronte".

"Sí, es tu rinoceronte", dijo Gergely. "Pero quizá un referéndum sea un poco demasiado ¿no? Podríamos hacer una encuesta en las redes sociales".

A Viktor el Magnífico no se le había ocurrido. Qué moderno. "Bien, pues procede a hacerlo. Pero me gusta el nombre Csülök, así que asegúrate de que sea el que gane".

"Entonces, ¿por qué no lo llamas así directamente?" preguntó Gergely. "Quiero decir, la gente tiene muchas otras cuestiones con las que lidiar, como por ejemplo, preocuparse por todos esos inmigrantes invasores que nos hemos inventado. Hablando de eso, ¿quizá deberíamos decirles que lo de la invasión es solo una de nuestras invenciones? Ya sabes, quitarles un peso de encima alguna vez".

"Tonterías, eso nos ayudará a mantenernos en el poder. Si se dan cuenta de que no hay migrantes en el país, encontraremos un nuevo enemigo, los vagabundos, por ejemplo. Y la encuesta del rinoceronte es importante: hay que asegurarse de que las ovejas piensen que van a donde van porque es donde quieren ir", dijo Viktor el Magnífico. "Me encanta el cordero, ¿te lo he dicho alguna vez?"

Así fue como Gergely pasó el resto del día escribiendo un mensaje en las redes sociales. Él y Viktor el Magnífico filmaron un pequeño anuncio en el que animaban a la gente a votar, a través de emoji, por su nombre favorito. La encuesta fue anunciada en la página personal de Facebook de Viktor el Magnífico y recogida por los medios de comunicación más grandes del país, tapando así la noticia de que el gobierno iba a acabar con los subsidios a los ahorros para la vivienda.

Tal vez también lograría que los medios de comunicación extranjeros olvidaran la reciente criminalización de la falta de vivienda en Hungría. Quizá así la prensa pase página y olvide a la mujer de 61 años que fue detenida por dormir en la calle, después de perder su casa cuando murió su pareja.

Pero a Viktor el Magnífico no le importaba. Tenía a Csülök, como confirmó la encuesta en las redes (no hubo sorpresas: fue arrollador).

"Lo amo", dijo Viktor el Magnífico el día en que se publicaron los resultados. "Mi pequeño Csülök". Hizo que le construyeran un corral, con heno y una casita, en la esquina de su oficina. La casa empezaba a llenarse de restos de Csülök, pero a Viktor el Magnífico no le importaba el olor. Es el olor del amor.

Además, podría simplemente ordenar que construyeran una ampliación de la casa de Csülök, con un sistema de ventilación.

Ser un autoritario requiere piel gruesa y la determinación de ponerse por delante del pueblo. Sin duda, sobrevivir en un régimen autoritario es difícil. Por suerte, tenemos justo lo que te hace falta: La Guía para sobrevivir al autoritarismo.

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