Tecnología y Derechos

#ToObeyOrNotToObey: Las Teorías sobre Gratitud y Justicia

¿Es el deber de gratitud lo que te lleva a obedecer las leyes o es la obediencia resultado de la obligación de ser justo con tus conciudadanos?

by Orsolya Reich

Como habrás leído en nuestro artículo previo, muchos filósofos dudan de que tu estancia en un país, tener una propiedad en el mismo o incluso participar en unas elecciones constituyan un auténtico acto de consentimiento, y supongan por ende que tienes una obligación de obedecer. Sin embargo, esto no significa que no hayas adquirido una obligación de obedecer las leyes al vivir en un país. No estás obligado por tu consentimiento, pero quizá te sientas obligado por otras razones.

Gratitud

¿Qué otras razones podría haber? Algunos sugieren que es el deber de gratitud. La versión más conocida de la teoría de la gratitud del deber político sostiene que puesto que recibimos prestaciones del Estado, como las carreteras, la policía o los tribunales, el Estado es considerado como nuestro benefactor. Todos tenemos el deber general de gratitud y no debemos actuar de manera contraria a los intereses de nuestro benefactor. Quebrantar las leyes es contrario al interés del Estado. Así pues, estamos obligados por un deber de gratitud a obedecer las leyes.

¿Resulta convincente? En principio la idea parece atractiva. Al fin y al cabo, tu vida resultaría bastante desagradable si las autoridades no nos proveyeran de carreteras, policía o un sistema legal. Seguramente deberías estar agradecido por poder vivir en un país seguro con servicios públicos.

La teoría de la gratitud parece que se adapta bien a las denuncias de irregularidades, (incluso cuando es preciso quebrantar la ley para realizar na denuncia). Pues, por ejemplo, seguir el juego a funcionarios corruptos está en contra del interés del Estado. Denunciarun hecho así se justifica incluso aunque tengas que incumplir alguna ley, pues, en dicho caso, incumplir la ley no sería contrario al interés del Estado.

Discrepancia

No obstante, muchos filósofos están en desacuerdo con la teoría de la gratitud. Dicen que para sentir gratitud hacia tus benefactores, estos tienen que haberte proporcionado esas prestaciones deliberadamente y con un coste significativo. Imagina la siguiente situación: en ocasiones, de forma totalmente descontrolada sudo diamantes. Como no me importan la modas, eternamente cambiantes, dejo que caigan en cualquier sitio. Paso por tu casam y justo se me caen delante de tu puerta, sin siquiera darme cuenta. Y sigo mi camino. Tú encuentras los diamantes. ¿Tienes una deuda de gratitud conmigo por haberte hecho rico?

Probablemente tienes la impresión de que las personas que no sienten ninguna gratitud en una situación como esta son extrañas y mezquinas. Te lo concedo. Sin embargo, ¿realmente sientes esa gratitud hacia mí? ¿o hacia la vida, el destino, la providencia o algo parecido? Y si sientes gratitud hacia mí, ¿hasta dónde llega? ¿Debes hacer todo lo que yo te diga? La mayoría de los filósofos opinan que incluso aunque consideremos que el Estado es nuestro benefactor, la obligación que le debemos no sería tan fuerte como para obligarnos a obedecer las leyes.

Juego limpio y denuncia de irregularidades

¿Qué más nos obliga a obedecer la ley? Algunos filósofos dicen que el hecho de recibir beneficios que son resultado de la cooperación de nuestros conciudadanos propicia una obligación de obedecer. Pero esta obligación no se basa en un deber de gratitud, sino en un deber de juego limpio. Es decir, debes obedecer las leyes no porque la moral te exija ser agradecido con el Estado, sino porque la moral te lleva a ser justo con los demás y a no aprovecharte del trabajo de otros sin dar nada a cambio. Puesto que el Estado de derecho es necesario para conservar la cooperación en la sociedad, debes practicar la obediencia. Dicho de otro modo: todos debemos jugar con las mismas reglas, si se permite que alguien se las salte, entonces nadie querrá jugar con esas reglas.

¿Cómo se adecua la teoría de la justicia a la denuncia de irregularidades? La teoría de la justicia (similar a las demás teorías que hemos comentado en este apartado) admite que debe haber razones morales para quebrantar la ley que son, en casos excepcionales, más fuertes que el deber de obligación. Por ejemplo, estará justificado desobedecer las normas de tráfico si es la única forma de llevar a tu madre moribunda al hospital más cercano y además las posibilidades de que atropelles a alguien sean insignificantes, a pesar de que el consentimiento, el juego limpio y la gratitud te indiquen que respetes las normas de tráfico. De la misma forma, cuando denunciar alguna irregularidad puede salvar vidas, a pesar de que para ello tengas que desobedecer algunas normas, como por ejemplo, revelar que las normas de seguridad no se cumplen en un aeropuerto recién construido, tu desobediencia estará también justificada, incluso cuando por consentimiento, juego limpio o gratitud normalmente obedeces las normas.

¿Existe una obligación para respetar el juego limpio?

Antes de que suscribas la teoría de la justicia sobre la obligación política, te sugerimos que consideres el siguiente experimento: una parte de tus vecinos decide organizar un espectáculo. Hacen una lista con todos los vecinos: 365 en total incluyéndote a ti, y asignan un día para cada uno. En el día asignado, el vecino o la vecina debe poner discos, contar chistes, comentar las noticias y demás. Entonces llega tu día. Hasta ese día, nadie se había negado a participar. ¿Estás por ello obligado moralmente a participar tú también?

Algunos opinan que no. No quieres participar en este proyecto; nunca estuviste de acuerdo en trabajar un día a cambio de entretenimiento. Aunque a veces has recibido los beneficios de los esfuerzos de tus vecinos, pero nunca lo has aceptado. Y el hecho de disfrutar de los beneficios no tiene por qué conllevar ninguna obligación. Las obligaciones surgen solo cuando las aceptas voluntariamente.

¿Necesitas abandonar la idea del juego limpio y buscar otros principios que expliquen por qué debemos obedecer las leyes? No necesariamente. Algunos argumentan que el mero hecho de recibir algunos bienes, bienes sin los cuales no podrías vivir una vida normal, pacífica y civilizada, te lleva a sentirte obligado a practicar el juego limpio y, por tanto, al deber de obedecer. Si simpatizas con esta idea, te recomendamos que leas este artículo.

Si piensas que la respuesta está en otro lugar, estate pendiente de nuestro siguiente artículo, donde analizamos teorías no-transaccionales para la obligación política.

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