"Si no conseguimos que el delito de tortura esté recogido en nuestro código penal, Italia se convertirá en un paraíso para los torturadores", declaró Patrizio Gonnella, presidente de Associazione Antigone, en la concentración organizada por su ONG que tuvo lugar frente a la parlamento italiano el 13 de octubre.
Entre los participantes, asistieron Antonio Marchesi (presidente de Amnistía Internacional Italia), Ilaria Cucchi (hermana de Stefano Cucchi, que lleva luchando siete años, desde que detuvieron a su hermano, por que se haga justicia a su muerte), y Rita Bernardini de Radicali Italiani.
Veintiocho años de retraso
Italia ratificó la Convención de la ONU contra la Tortura (CAT) en 1989, y desde entonces está obligada a incluir el delito de tortura en su código penal, pero no lo ha hecho. Hace veinticinco años, el Parlamento inició la primera discusión sobre la tortura, pero luego se abandonó. Desde entonces, Italia ha recibido advertencias de varios organismos e instituciones internacionales.
La última fue del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que en 2015 dictó una sentencia contra de los policías implicados en la redada en la Escuela Diaz durante la cumbre del G8 de Génova en 2001.
Esta sentencia arrojó nueva energía al debate: Antigone logró reunir más de 50.000 firmas para exigir la introducción del delito de tortura en el código penal y el Parlamento comenzó a hablar sobre el cumplimiento del tratado.
Tras la aprobación de una primera versión de la ley por la Cámara de Diputados, la ley fue aprobada en el Senado ... y ahí se quedó.
¿Un paraíso para torturadores?
El debate murió debido a que algunas fuerzas políticas todavía están convencidas de que la introducción de este delito pondrá en peligro el trabajo de las fuerzas policiales y los carabineros, pero este temor no tiene fundamento. De hecho, la inclusión del delito protegerá a los ciudadanos y a las fuerzas policiales de cualquier tipo de abuso.
La prohibición de la tortura está incluida en el jus cogens, lo derechos fundamentales de la legislación internacional; por lo que ningún Estado puede derogarlo nunca.
"Tampoco debemos olvidar que la tortura es un delito contra la humanidad", señala Patrizio Gonnella, "pero en Italia no podemos castigar a los torturadores y, si un torturador viene a Italia, tampoco podemos extraditarle pues no existe el delito de tortura en nuestro código penal".
Lo que significa que nuestro país se puede convertir en un refugio seguro para torturadores si no penalizamos la tortura.
