El último informe de Antigone sobre las condiciones de detención aborda una cuestión que con demasiada frecuencia se pasa por alto en el enfoque nacional sobre administración y organización penitenciaria: la detención de mujeres. Actualmente hay más de 2.000 mujeres presas en Italia, lo que representa el 4,2 por ciento de la población carcelaria total.

Una cuestión de género

La enorme diferencia entre el número de hombres y mujeres en la cárcel ha resultado en un sistema penitenciario orientado hacia los hombres, desde su normativa hasta las condiciones o las disposiciones vigentes. Incluso las cárceles que son exclusivamente de mujeres están inspiradas en los centros penitenciarios masculinos y no existe ni una prisión con un enfoque de género que satisfaga las necesidades específicas de las mujeres.

Lo primero que intentó Antigone fue promover la creación de una oficina específica en 2005, la Oficina sobre Detención de Mujeres, que administrara todas las cárceles y centros de detención de mujeres.

Desgraciadamente, el experimento no funcionó como se esperaba: la oficina se incorporó al ya existente Departamento para el Tratamiento y la Detención de Hombres, privándolo de su propia independencia y autoridad. Poco después, se cerró debido a la falta de recursos y personal.

Aunque la idea se ha retomado desde entonces, por el momento no existe una institución específica para gestionar directamente la detención de mujeres y apenas se presta atención a la cuestión.

Es preciso hablar más

Las mujeres reclusas tienen menos acceso a oportunidades de educación y formación, y en general, un nivel educativo más bajo que los varones presos. Esto a la larga pesa sobre sus posibilidades de reinsertarse en la sociedad y en la fuerza de trabajo.

Además, los educadores no tienen una formación específica para el contexto de una prisión de mujeres: el equilibrio interno, las relaciones, los sentimientos son muy diferentes a los que se dan entre los hombres y requieren una formación psicológica específica.

Esto resulta aún más importante cuando se trabaja con mujeres que viven con sus hijos en la cárcel, haciéndolas particularmente vulnerables y reacias.

Aunque Italia ofrece formalmente varias opciones para alternativas a la detención, no son fácilmente accesibles: las mujeres tienen que lidiar con cuestiones burocráticas y dependen de los juicios y evaluaciones de las administraciones, que pueden llegar a tener un peso enorme en su vida personal, y cuando hay niños involucrados, en sus lazos familiares.

Es necesario repensar completamente la vida dentro de las cárceles e introducir consideraciones específicas de género en la gestión de las instalaciones y actividades penitenciarias. Es hora de poner la feminidad en el centro del debate y crear un ambiente donde no se silencie ni se descuide